miércoles, 15 de mayo de 2013
La le lo
Laísmo, leísmo y loísmo… Mientras que a algunas personas les resulta muy sencillo identificar cuándo usar cada pronombre, para otras se convierte en todo un sufrimiento. Vamos a intentar entender, de forma sencilla, cómo usarlos correctamente.
Ponemos una situación: Yo quiero dar un caramelo a una amiga. La frase podría ser así:
Quiero dar un caramelo a Clara.
Aquí no hay problema. Prescindimos de pronombres, y ya está. Sin embargo, puede que queramos escribir la frase de otra forma.
Ahí está Clara. Quiero darle un caramelo.
¿O sería darla? ¿Por qué “le”, si la persona es femenina? Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que “le” no es masculino, estrictamente hablando. Nos podemos encontrar con excepciones, pero lo habitual es que sea un pronombre neutro. Intentemos analizar la frase lo mejor posible.
¿Qué quiero dar? El caramelo. Clara no es el objeto directo del verbo, no es lo que quiero dar sino a quien quiero dar. Así pues, nos referimos a ella con ese “le”, independientemente de que se trate de un hombre o de una mujer. Cosa distinta sería en la frase “Quiero verla”; aquí sí que es Clara el objeto directo, la receptora de la acción del verbo. Vamos a complicar un poco la cosa.
Ahí está Clara, y yo tengo un caramelo. Quiero dárselo.
¿¿?? ¿Eh? ¿Qué ha pasado? Vale, tenemos un “lo” al final, que se refiere claramente al caramelo. ¿Y el “le”? No os asustéis, no se ha ido a ninguna parte; tan solo se ha transformado en un “se”. Tenemos, pues, el “le” para referirnos a Clara –en este caso “se”– y el “lo” para el caramelo. Más o menos, queda claro.
Tengo una silla. Quiero regalarla.
…Que sería lo mismo que “quiero regalar una silla”. La diferencia está en que la silla en cuestión está omitida en la frase. Más concretamente, está omitida para el verbo –porque la frase “tengo una silla y quiero regalarla” también nos serviría de ejemplo–. Si fuese un caramelo, creo que todos tendríamos claro que terminaría en “lo”. En ambos casos, el objeto del verbo no aparece tras él.
La conclusión es sencilla: si contamos con un “lo” o un “la”, el objeto del verbo tiene que estar omitido. No podemos decir “quiero regalarlo un caramelo”, podríamos decir “quiero regalar un caramelo” o “quiero regalarlo”. Sí sería válida la frase “quiero regalarle un caramelo”, pero en este caso el “le” no se refiere al caramelo sino a la persona a la que vamos a regalárselo.
Como no puede ser de otra forma, hay diversas excepciones. Mas son eso, excepciones; lo habitual es usar los pronombres de la forma que he indicado. Una manera rápida de estar seguro de si estamos usándolos bien es, en caso de usar un “la”, sustituirlo por un “lo”; si la frase no tiene sentido para nosotros, es que estamos usando el pronombre equivocado.
Dudas, sugerencias y quejas serán bien recibidas.
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