David J. Skinner

lunes, 14 de octubre de 2013

Crear una novela (IV)


Separar una historia en capítulos de tamaño similar puede ser complicado si no hemos planificado todo muy bien. En realidad, no tenemos obligación alguna de que los capítulos sean del mismo tamaño, pero el lector lo agradecerá.

No, no existe un tamaño “estándar” de capítulo, aunque eso no quiere decir que podamos hacer lo que nos dé la gana: un capítulo debe iniciar y finalizar algo. Puede ser una trama, un día en la investigación, o cualquier cosa que se nos ocurra. Como pensamos que nuestro buen amigo Henry Steward no parará de meterse en problemas, una separación por días sería una estupenda opción para que el ritmo de la historia no decaiga.

Un pequeño “truco” para enganchar al lector es dejar claro que, en el siguiente capítulo, le pasará algo a Henry, o que su investigación avanzará. Por ejemplo, podemos comentar que el investigador ha quedado con un testigo, o desvelar que unos delincuentes están planeando acabar con él. Que el lector piense que no va a ocurrir nada interesante es lo segundo peor que puede pasar (lo primero es que, en efecto, no ocurra nada).

Si el enfoque de la historia se centra en un único personaje, es complicado que suceda algo continuamente (hasta Jack Bauer tenía momentos de descanso). Esas pausas en la acción nos permiten, por otro lado, seguir dando información sobre Henry y sobre su entorno.

Estoy convencido de que Henry tendrá que comer e ir al baño todos los días. A pesar de ello, contarle al lector todas las veces que hace de vientre no tiene mucho sentido. Para poder dar “saltos” en la narración disponemos de un elemento dentro de los capítulos: las secciones.

Cada sección indica un cambio, bien de tiempo, de lugar, o de personaje. Es interesante saber cómo llega Henry en carruaje al lugar del crimen, pero casi siempre pasará de estar en un sitio a estar en otro distinto. Podemos indicar que ha llegado andando, en carruaje, o en trirreme; describir todos los desplazamientos no servirá más que para aburrir al lector, en la mayoría de casos. Recordad: si no hay nada interesante que contar, no lo contéis.

¿Cuál puede ser nuestra primera sección? Sería interesante una breve descripción de dónde nos encontramos, justo antes de centrarnos en Henry. Veamos cómo.

El sol comienza a hacer su aparición, semioculto por las nubes de aquella fría mañana otoñal de 1888. El bullicio del East End contrasta con la tranquilidad aparente en el centro de Londres, donde Henry Steward está a punto de ponerse en pie. El antiguo policía, ahora investigador privado, está a punto de enfrentarse con el caso más complicado de toda su carrera.

Eso, por supuesto, aún no lo sabe. Sus mayores preocupaciones en este momento son, como le ocurre a la mayor parte de los habitantes de la ciudad, los crímenes que se están produciendo en Whitechapel. Según avance la semana, esos horribles asesinatos no ocuparán más que un recóndito espacio en su mente.

Saltándome una de las recomendaciones que hice, usamos el tiempo presente en esta corta sección (más bien una introducción al capítulo y a la novela), para luego pasar al pasado. A fin de cuentas, las reglas están para romperse… ;-)

Llegados a este punto, el lector ya sabe dónde y cuándo se desarrolla la historia, y conoce algún pequeño dato sobre nuestro protagonista. Para el siguiente “Crear una novela” continuaremos con la narración, comenzando por fin a seguir los pasos de Henry.

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