David J. Skinner

jueves, 26 de febrero de 2015

Una nueva reseña de la novela

Sí, la novela cuenta ya con unas cuantas reseñas desde que fue publicada, allá por 2012. Pero esto no quiere decir que cuando alguien habla nuevamente de ella (y si es bien, ya ni os cuento), no sea una ilusión para mí.

Si añadimos que el autor del siguiente texto ha sido profesor durante años y que, además, está interesado en el ajedrez dentro de la literatura, no podía por menos que publicar por aquí el contenido de dicha reseña, no sin antes agradecerle el tiempo dedicado a escribirla.



David J. Skinner ha publicado una breve novela policíaca que se lee con sumo interés en torno a unos asesinatos cuyo autor deja una pieza de ajedrez al lado de la víctima y otra atravesada en su garganta.

El escritor prescinde voluntariamente de una localización precisa porque, dice, “lo importante eran los personajes”.

Dos de los más importantes de ellos son los policías encargados de investigar el caso: Fernando Roca, el comisario de la Brigada de Homicidios, que teme la sanción de sus superiores si no resuelve con celeridad esos crímenes, y su subordinado, el inspector Andrés Núñez, que tiene problemas con el alcohol y por el que el autor muestra una manifiesta simpatía al anunciarnos que lo incluirá en otra de sus novelas. Ambos se profesan una evidente antipatía y el primero actúa con una desproporcionada severidad hacia el segundo.

Un tercer interesado en esclarecer a toda costa el caso es el periodista y fotógrafo Carlos Sanz, cuyo trabajo se vería altamente reconocido si solucionara el criminal embrollo.

Les ayuda el sicólogo Raúl Castañeda, que aventura hipótesis sobre los rasgos que definen la personalidad del asesino o asesinos.

Sus cuatro primeras víctimas parecen no tener relación alguna entre sí, aunque alguien aventura su conexión con el hospital Virgen de los Remedios, en torno al cual se ha visto merodear a un sospechoso.

Hace un mes, más o menos, que han empezado los crímenes pero su resolución se centra en los últimos ocho días, a cada uno de los cuales viene adjudicada una pieza de ajedrez (no la de las víctimas) que guarda una cierta relación simbólica con cada uno de los principales personajes de la novela.

Una partida en que los protagonistas van moviendo sus piezas y colocándolas en un puzle que al final encaja de un modo sorprendente.

El libro se presenta con una bella portada, creada por su propio autor, un madrileño de padre norteamericano que, aparte de los relatos publicados, nos promete otros interesantes thrillers.


Josep Mercadé Riambau

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